Dicen los húngaros que el Danubio a su paso por Budapest, lejos de dividir la ciudad la une aún más. Budapest, como tal, nació en 1873 gracias a la unificación de Buda, Pest y Óbuda, pero sus orígenes se remontan a la antigua Roma.
Los primeros en aprovechar su emplazamiento a orillas del río fueron los romanos, quienes la bautizaron como Aquincum.
Después, vendrían godos, ávaros y magiares (considerados los antepasados de los húngaros) que llegaron al mando de Arpad 896, seguidos de mongoles y turcos. Sin embargo, fueron los Habsburgo quienes, bajo el dominio austrohúngaro, en tiempos de Sissi y Francisco Jose, dieron a Budapest el carácter imperial que aún se siente pese a la destrucción casi total de la II Guerra Mundial.
Igual de imperial que Viena pero mucho más apasionada y vital. Alguien puso como ejemplo de su apasionado carácter a algunos de sus ciudadanos más internacionales: Zsa Zsa Gabor (apasionada por el cine), George Soros (apasionado por el dinero) y Ilona Staller, alias Cicciolina (Apasionada por el erotismo).

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Qué no debemos perdernos: Visitar la famosa Cafeteria New York - probar uno de los famosos dulces hungaros - Dobos -, Eszterházy torta, pasear por la orilla del río, subir con el funicular al castillo.

Qué debemos evitar: Subir a los tranvías repletos por el centro, sobre todo con objetos valiosos, y las Visitas Gratis con guías de muy bajo nivel que obligan a dar propinas superiores al coste de una visita profesional o llevan a tiendas donde fuerzan a comprar. 

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